El aroma de los cosméticos es uno de los mayores reclamos publicitarios de todos los tiempos. ¿La razón? Impacta sobre nuestras emociones en un microsegundo. A este instinto básico hemos querido apelar en la redacción con un ejercicio muy sencillo: elegir el champú que mejor nos huele a cada uno de nosotros. Hay a quien le ha venido a la mente un campamento teen en Estados Unidos; o Nueva York, la ciudad donde se lavó el pelo por vez primera con ESE champú y no otro; o Hawai, por un estallido de notas exóticas tan concentrado que la teletransportación es hiperrealista. Piénsalo tú también y verás cómo un gesto tan simple te lleva a abrir un álbum de fotos imaginario.

Hay más: con este ejercicio hemos descubierto que los cítricos -principalmente el limón- son los reyes del buen rollo, que existen champús que ayudan a sobrellevar la morriña de mar y otros que “llenan” los pulmones de aire –como dice nuestro compi jefe de maqueta, Raúl Cánovas–, que los champús sólidos, perfectos porque no se desparraman en la maleta (aquí te hablábamos ampliamente de sus beneficios), van camino de convertirse en must del verano (añadimos que de todo el año por lo cómodos que resultan en la bolsa del gym). Clásicos y descubrimientos nicho se cuelan en nuestra selección. ¿Te animas a descubrirlos? ¡Adelante!