Puede que seas de las que cree que tu pelo siempre estará lacio y sin volumen porque es cuestión de genética. O en cambio eres de las que nunca consigue aportarle brillo por miedo a que se quede graso o no logras hidratarlo para hacer que no se vea tan seco. Pero, ¿y si te dijéramos que todo eso tiene solución?
Para poder presumir del cabello como nos gustaría es necesario conocer muy bien en qué estado se encuentra y salir en la búsqueda de lo que más le conviene. Resignarse nunca es una opción. No creas que estamos hablando de costosos tratamientos sino simplemente de empezar por el que debería ser el primer paso: elegir un buen champú.
Opciones en el mercado hay miles, pero puede que solo una sea la que mejor le conviene a tu melena por lo que es muy importante tratar de dar con ella cuanto antes.
UN TIPO DE CHAMPÚ PARA CADA TIPO DE PELO
Fino, graso, seco, encrespado... son muchas las cualidades que puede tener un cabello. Y ojo porque puede que no entre solo en una categoría sino en varias. Por eso hay que observar bien su estado tanto en la raíz como en las puntas.
Para sacarle el máximo partido solo es cuestión de aportarle lo que necesita, ni más ni menos. Es decir, si no usas un producto anticaspa porque no tienes ese problema tampoco deberías hacerte con uno que hidrate en profundidad si tu pelo no está en ese punto porque lograrás el efecto contrario. Es por esto que lo más habitual (en contra de lo que la mayoría hace) sea cambiar con frecuencia de champú en función de cómo va variando nuestro pelo.
Otro de los aspectos a tener en cuenta es el color. Una melena teñida o decolorada necesita unos cuidados extra por lo que eso debe estar presente a la hora de ser lavada. En este caso, el objetivo no es otro que fijar los pigmentos y preservar el tono con la mayor intensidad posible.
Lo mejor es dejarse aconsejar por un especialista para que determine cómo se encuentra tu salud capilar para así determinar lo que más te conviene. Sea cual sea tu caso, hay un champú esperándote para ti.