Nos encantan las cosas bonitas. En especial a las mujeres, que nos pasamos la vida mirando, simplemente mirando, escaparates, revistas y cualquier cosa que consiga dar un toque de atención a nuestros sentidos. De eso se trata, de regalar y recibir regalos que nos saquen una sonrisa por un instante y consigan despertar esas mariposas mientras lo abrimos.
El universo beauty se ha puesto el mundo del consumo por montera y encabeza las listas de deseos navideños, no solo por su funcionalidad, sino también por esa estética mágica y preciosa que las marcas se empeñan en estudiar cada año. Una estética que juega con las sorpresas y los guiños inesperados y que consiguen sacar a relucir nuestro lado más infantil.
Casas de muñecas, cuentos, miniaturas que parecen de juguete... En definitiva, packaging impactantes que te hacen olvidar que lo interesante viene dentro. Y es que, a la Navidad le falta algo sin un regalo que abrir, y es menos Navidad aún sin uno que ofrecer. Benditos cofres de belleza que son siempre un acierto y benditos sus productos que, además, cuidan nuestros cuerpos durante muchos momentos, los cuales son el verdadero regalo. Un baño de burbujas, un aroma especial, o un maquillaje certero, son pequeños detalles que nos miman por fuera y hacen que el día sea un poquito mejor por dentro.
Nuestros favoritos: la casa de muñecas de Selvert Thermal, por su versatilidad y encanto. El calendario de The Body Shop, que por cada compra se recupera un metro cuadrado de selva tropical y a proteger su vida silvestre. Y el Grand Hotel de Too Faced, que cada año nos sorprende con sus aromas y sorpresas escondidas. (Podéis ver nuestra selección más arriba en la galería).