Llegó la hora del ‘sí o sí’. Ante el sol, ante el verano, ante el bronceado, ya no hay motivo para resistirse: se acortan las faldas, los shorts salen del armario, las mangas desaparecen… ¡y hay que ponerse morena!
Sobre el sol, sus peligros y sus enormes bondades, se han escrito auténticas biblias; se ha trazado un horario exclusivo para saber a qué hora es posible dependiendo de tu piel o del color de tu cabello; incluso se han inventado aplicaciones de móvil que calculan las radiaciones para saber si en aquel preciso momento y lugar el astro rey te ama o te quema. Si eres una auténtica perseguidora del sol y no te separas de sus rayos de abril a octubre, te conviene leerlo todo y calcularlo al minuto. Pero para aquellas que son tan solo unas ‘summer users’, te resumimos en 10 normas básicas siglos y siglos de literatura. Eso sí, ¡síguelas!
1. Cuanto más preparada, mejor. Con una mascarilla exfoliante unos días antes de exponerte al sol conseguirás limpiar tu piel. Si lo acompañas con unos días de hidratación intensiva, el sol, contigo, será más benévolo y no habrá sequedad a la vista.
2. Los primeros días, poco a poco. El verano y la playa piden un estreno lento. No pedimos que calcules exactamente diez minutos más cada día y tardes en todo el verano en ponerte morena; solo que los primeros días que vayas a la playa no te pases. Media hora el primer día y una hora el segundo día con protección máxima son suficientes para hacer un buen calentamiento. Intenta no tumbarte cara al sol: el mejor bronceado llega cuando estás en movimiento.
3. Entre 30 y 50. La protección entre 30 y 50 –exceptuando que seas morenísima de ojos, cabello y piel- es la garantía para conseguir un color bonito que se mantenga y a la vez, protegerte de las arrugas. Además, evitarás el enrojecimiento de la piel, algo que no solo afea, sino que además es la manera que tiene tu piel de decir que se está quemando. ara calcular qué grado de protección es el óptimo para ti, usa el sentido común: si eres rubísima y te quemas con facilidad, busca pantalla 60. Si eres castaña, con 40/50 es suficiente. Si eres morena, una 30. Y solo si eres de las que te pones morena directamente y jamás te has quemado puedes usar algo inferior. Ve bajando poco a poco tu factor de protección a medida que tu piel ya esté bronceada.
4. De las 12 del mediodía a las 2, ¡sombra! El sol en lo más alto es sinónimo de quemaduras. Si a esas horas estás en la playa porque no lo puedes evitar, utiliza gorro, sombrilla y cualquiera de las cremas de protección que te ofrecemos en este reportaje. Si no lo haces, lo más probable es que te tuestes.
5. Las tardes, todas para ti. Ver cómo va cayendo el sol en la playa es uno de los placeres máximos del verano. Igual que observar cómo el astro recorre el cielo hasta llegar a su punto más alto. Y esas horas no solo son un gustazo visual –y también las mejores para practicar cualquier actividad en la playa- sino aquellas en que sus rayos son más amables y menos peligrosos.
6. El rostro y el escote necesitan mimos. La piel de la cara y del contorno de ojos y la del escote son extremadamente sensibles y necesitan una protección extra, y también una hidratación intensiva después.
7. Aplica correctamente. Algunos protectores solares pueden tardar 20 o 30 minutos en hacer efecto. Es importante aplicarlos con tiempo suficiente, un poco antes de la exposición. También es necesario que cubras toda la superficie de la piel, no debes dejar ni un solo centímetro sin su capa correspondiente. Incluso la piel de los pies y de las manos, ¡fundamental! No olvides de ponerte protección cada vez que te bañes, si la crema que utilizas no es resistente al agua.
8. Cereales, zanahoria, espinacas, agua. En verano, las frutas, las verduras, las ensaladas y los cereales deben ser la base de tu alimentación, por lo que aportan de agua y de vitamina E. Por otra parte hay alimentos ricos en carotenos que ayudan a tener una piel bonita y bronceada. La estrella de los carotenos es la zanahoria, pero también puedes encontrarlos en los grelos, las espinacas y el pimiento rojo. Otro consejo: beber muchísima agua.
9. La ropa protege tu piel del sol. Una camiseta y un short o una camisola de hilo blanca pueden ayudarte a no quemarte y un sombrero de paja será tu aliado. Por otra parte, tu cabello sufre muchísimo
10. La hora del after. Después de un baño de sol, es importante hidratar muchísimo la piel. De este modo recuperará la flexibilidad y lucirá muchísimo más tersa, bonita y ahora sí, bronceada.