No se acaba de entender por qué, siendo la mujer la principal consumidora de productos de moda, un 300% más que los hombres, la industria esté dominada por el sexo masculino. Y hablamos no solo de las marcas de alta costura, sino también de las grandes cadenas low cost. Una sorprendente realidad, como recoge el informe The Glass Runway (La pasarela de cristal, juego de palabras con el concepto de techo de cristal acuñado por el movimiento feminista), impulsado por el Council of Fashion Designers of America, Glamour y McKinsey & Co.

El diario The New York Times recogía algunas cifras de este informe en su artículo Fashion's Woman Problem, algunas de lo más alarmantes. Como el hecho de que únicamente el 14% de las grandes marcas contaba con una mujer ejecutiva. Eso les llevaba a lanzar una pregunta que ha dado mucho que hablar: ¿por qué la industria de la moda cuenta muchas mujeres en puestos inferiores y muy pocas entre los altos cargos?

Igualdad de género en la industria de la moda

El estudio nos hace preguntarnos varias cosas sobre las diferencias de género en el mundo de la moda. Como por ejemplo, si esa masculinidad de los equipos directivos se acaba reflejando en el diseño de las prendas que llegan a nuestros armarios. Nuestra intuición es que más de lo que se pudiera imaginar. Entonces, ¿la falta de mujeres ejecutivas es la razón por lo que a veces nos resulta difícil encontrar la talla adecuada de pantalones? ¿O que resulte prácticamente imposible encontrar unos zapatos con los que podamos aguantar horas y horas?

La diseñadora Sally LaPointe sí cree que esta desigualdad sea un gran problema para la moda. "Llevo en esta industria 8 años y [la diferencia de género] sorprende en comparación con otros sectores, lo vi desde el primer día", explicaba a Instyle. A pesar de ello, cree que esto no se ve reflejado a la hora de comprar. "No pienso que el cliente final se vea afectado por si una empresa está dirigida por un hombre o por una mujer", asegura LaPointe, que ha vestido a celebrities como Michelle Obama, Gigi Hadid o Lady Gaga.

LaPointe

Otras grandes diseñadoras como Michelle Smith, cofundadora y directora creativa de Milly, Tanya Taylor o la zapatera Tamara Mellon (ex directora general creativa y co-fundadora de Jimmy Choo) tienen una visión diferente de la situación.

“Los hombres no saben lo que se siente al caminar con nuestros zapatos, en sentido figurado y literal”, explicaba Mellon a Instyle sobre la importancia de que las mujeres ocupen puestos de responsabilidad. “Muchos zapatos diseñados por hombres tienen un gran atractivo a simple vista pero son imposibles de usar. En nuestro caso, nuestra jefa de diseño es una mujer y por ello somos capaces de pensar cuáles son las necesidades de nuestras vidas y somos muy específicos a la hora de crear en base a ellas."

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Taylor se hace eco del sentimiento sobre la aportación adicional y valiosa de las mujeres en lo que al proceso de diseño se refiere. “Al ser una diseñadora, sé cómo deben quedar los vestidos, la importancia de que las telas sienten bien en la piel, cuáles son las formas más sexys, fáciles y versátiles”, explica.

Michelle Smith extrae similares conclusiones: “Mis clientes a menudo me comentan que les encanta la ropa Milly debido a lo adecuadas que son las prendas para el cuerpo femenino”, decía Smith. “Esta conexión se puede perder cuando una empresa está dominada únicamente por hombres”.

Así que hay una realidad en la que todos las diseñadoras están de acuerdo: su industria, por femenina que parezca, en realidad está dominada por los hombres. Esa es también la razón de que muchas creadoras hayan lanzados sus propias compañías, al darse cuenta de que trabajando en firmas ajenas no había posibilidades de crecer profesionalmente.

“Creé esta empresa porque quería tener un negocio dirigido por mujeres, con una cultura muy diferente a la que había experimentado en el pasado”, explicaba Mellon. Ella misma también aseguró que durante su tiempo en Jimmy Choo, cobraba un sueldo inferior al de otros ejecutivos hombres, lo que, entre otras cosas, le llevó a dejar la compañía en 2011, tras más de 15 años. "No me sorprende que haya pocos hombres que piensen que la desigualdad de género es un problema en la industria de la moda, pero creo que esos hombres son culpables de perpetuar el problema", continua Mellon.

En una era basada en el consumismo y en lo publicado en redes sociales, sorprende que uno de los valores sociales más compartidos y buscados sea el de la sostenibilidad. El informe Nielsen Global Corporate Sustainability de 2015 aseguraba que el 73% de los consumidores millenials está dispuesto a pagar más por conseguir prendas con ese sello. Una cifra que continua aumentando día a día y que está fuertemente ligada a las informaciones sobre el impacto de esta industria en el medio ambiente.

Es por ello que del mismo modo que no esperamos que los compradores habituales renuncien a comprar en Zara o H&M por no cumplir con todos los requisitos sostenibles, tampoco esperamos que los clientes pasen por alto las grandes desigualdades en los equipos directivos del mundo de la moda.

Por eso creemos que estudios como este son vitales para la sociedad, hacerle tomar conciencia y mostrar la verdadera realidad.